miércoles, 2 de mayo de 2012
CON FLORES A MARIA
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VIRGEN DEL PRADO DE CIUDAD REAL |
¡¡Ya estamos otra vez en mayo!!! Otra vez… una nueva vez… una nueva oportunidad de…
Un nuevo mes de mayo, una nueva oportunidad de vivir un
nuevo y florido mes de mayo. ¿Será igual a anteriores mayos o haré de éste un
mayo renovado, diferente? ¿Será este primaveral mayo el pascual mes que Ella,
María, siempre quiso de mí?
Siempre que llega este mes, de alguna manera se asocia a
María. Los creyentes se lo dedicamos a la Inmaculada Concepción, nuestra Madre,
no en vano, el primer domingo celebramos “el Día de la Madre”. Ese día todos tenemos un detalle con nuestras
madres, le llevamos un regalito, por cierto ¿lo tenemos con nuestra Madre del
cielo?... Pero eso que hicimos tradición en nuestros años de infancia me
pregunto yo ahora si lo vamos inculcando a nuestros niños de ahora y a nuestros
jóvenes.
Cuando llegaba el mes de mayo con gran ilusión visitábamos
nuestros campos para coger todo tipo de flores y llevárselas a la Virgen en
nuestras aulas y capillas. (Antes no se compraban en las floristerías, no
disponíamos como ahora disponen nuestros niños de dinero para todo). Y
cantábamos a María aquella entrañable
canción del “venid y vamos todos con flores a María”…
Ahora si les preguntásemos a nuestros niños y jóvenes seguro
que la gran mayoría ni la conocen, ni saben de aquella bonita tradición y
devoción de regalarle a nuestra Madre del cielo durante todo un mes un
ramillete de flores para que diesen el testimonio de nuestro amor hacia Ella,
para que fuesen el símbolo de que teníamos que seguir con las tareas del mundo
y no podíamos estar a su lado todo el día como nos gustaría, y por eso
depositábamos esas flores a sus pies para que se secaran junto a ella, y ya que
nosotros no podíamos físicamente estar a su lado todo el día, dejábamos esas
flores para que estuviesen por nosotros.
Recuerdo como el maestro, después de cantarle a la Virgen y
depositar nuestras flores cada mañana, nos hablaba de María, y nos hablaba de
un hecho o un acontecimiento en torno a Ella, con una invitación a imitarla en
casa, con los compañeros, y a seguirla y
amarla siempre, sí siempre a lo largo de toda nuestra vida, y recuerdo como
cada uno de ellos hablaba con el amor del que habla un buen hijo de su Madre. Y pienso ¡¡que poquito se oye hoy hablar de
María!!!, ¡¡¡que poquito nuestros niños y jóvenes oyen hablar de la Madre y que
testimonio tan pobre reciben!!! Ellos no han tenido la suerte que nosotros
tuvimos, pues nosotros si que tuvimos buenos testigos pero no supimos tal vez
coger el relevo y ser “testigos” para estos nuestros niños y jóvenes de ahora,
y entonces ¿que podemos exigirles si no les hemos enseñado antes? A los únicos
que nos podrán exigir es a nosotros por no haber sido buenos testigos, por no
haber sido buenos alumnos y tal vez por no terminar de ser buenos hijos.
Ahora sólo nos queda la misericordia de la Madre y que ella
nos enseñe, ya que estamos aún a tiempo, a abrir nuestros oídos y aprendamos a
escuchar y dejemos solo de oír, y una vez atentos comencemos a dar testimonio
del amor que una vez, cuando éramos pequeños, recibimos de nuestros mayores,
grandes testigos del amor a la Virgen nuestra Madre, y ahora que comienza un
nuevo mes de mayo llevemos nuestras flores a María cogidas del mejor campo, las
flores de nuestro corazón que una vez que han granado en los campos de la
gracia se le presentan en esta Pascua para que siga intercediendo por nosotros
y ayudándonos a ser mejores hijos en el Hijo y hermanos de nuestros hermanos
los hombres y mujeres del mundo.
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- Jesús González Adánez
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